Era una lluviosa mañana de primavera y me afeitaba tranquilamente ante la expectativa de un dÃa sin actividad, pues en los dÃas de mal tiempo se cometen pocos delitos. Fue entonces cuando recibà la llamada de Baudet, jefe de la policÃa del distrito de Montmartre.
El cadáver del domador de pulgas del circo que acababa de instalarse en ParÃs habÃa sido descubierto con las primeras luces del alba.