Recuerdos de Literactiva - A veces...

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Primer artículo rescatado de la agonizante Literactiva, y que publico aquí con permiso de su autor GrendelKhan. Intentaré rescatar algún otro, siempre y cuando consiga los permisos de sus correspondientes autores.

“A veces” es una ficción interactiva escrita y programada por Jenesis, la autora de juegos de texto más importante de habla hispana, de títulos tan sugerentes como “Dios en zapatillas” o “El libro que se aburría”. Ésta obra que pasamos a comentar fue su ópera prima, se trata de un alegato contra la intolerancia y la brutalidad humana, y es tal vez una de las mejores obras de ficción interactiva en español.

En el inicio del relato estamos en una oficina, se trata de nuestra oficina tal como la vemos en un sueño. Hace calor y el aire acondicionado no funciona, por lo que habrá que repararlo. Para conseguirlo tendremos que resolver un sencillo puzle inicial, tras el cual aparecerá el primer acertijo del juego. Para resolverlo habrá que fijarse bien en lo que le falta, tarea fácil para alguien acostumbrado a jugar ficción interactiva, pero que puede ser una tarea muy difícil para alguien que recién empieza. Salvando éste primer acertijo, que también tiene su lógica, el resto del relato nos ofrece sugerentes textos y acertados puzles.

Pero… ¿de qué va exactamente el relato? ¿Qué nos intenta explicar? Para entenderlo completamente habrá que llegar hasta el final, pero durante el camino se nos ofrecen reveladoras pistas. Ya con la introducción inicial, donde nuestro protagonista observa una dura imagen en el monitor de su ordenador. Hasta ése momento ha intentado justificarse, amparándose en su dios, pero empieza a inquietarse. En su yo interno suceden cosas, y en el relato se nos explican de forma onírica, de forma sutil, casi imperceptible, porque a veces lo que no se ve… resulta ser lo más evidente.

Tu nombre no importa; inquilinos del planeta Tierra, unos y otros pensáis que éste os pertenece por derecho propio... Eres el digno hijo de tu padre, quien es a su vez digno hijo de tu abuelo.

Tienes claro que de ellos has heredado tu casa, el suelo que pisas, y para ti lo más importante... el orgullo de tu linaje.

Hoy de nuevo la violencia ha estremecido el aire y ha manchado de sangre el suelo sobre esta tierra; esta vez les ha tocado a los otros...

Sientes a la vez el placer de la venganza y la intranquilidad producida por la certeza de una segura represalia. Estás acostumbrado, llevas toda una vida así, conviviendo con el miedo, con los deseos insaciables de venganza y con el continuo y ardiente dolor que causa el más profundo de los rencores.

Una vez que todos duermen y después de comprobar el correo electrónico, antes de acostarte, navegas por las páginas de los principales periódicos extranjeros y te detienes en las noticias, que hacen referencia a este nuevo golpe contra vuestro eterno enemigo.

Normalmente, y más en estos casos en los que las víctimas son los otros; su lectura te resulta molesta y la evitas... Para ti esos medios de comunicación lo único que hacen es reinventar la verdad, simple y diplomática definición del verbo mentir o manipular. Sin embargo, una cierta euforia hija de esta gran victoria te hace sentirte capaz de plantarles cara a quienes no saben, ni quieren entender la verdad de lo que ocurre, VUESTRA verdad.

No obstante, esta vez es diferente y esa verdad inamovible, se empaña sutilmente ante tus ojos mientras observas el monitor...

En la pantalla aparece una foto; es la de un padre llevando en brazos a su hijo muerto, un niño de apenas tres años. En el momento en que fue tomada la instantánea el hombre estaba mirando al objetivo, por eso, mientras miras la imagen, sientes como su dolorida mirada se cruza directamente con la tuya.

Es sólo por un instante, pero esa mirada de desesperación y de tremenda tristeza te llena de intranquilidad, y te deja un cierto desasosiego que acelera levemente los latidos de tu corazón.

Por un momento no ves al enemigo, por un momento te ves a ti mismo...

...

Ya en la cama, te cuesta conciliar el sueño. Rezas tus oraciones con la tranquilidad que te da el saber a Dios de tu parte.

A Él no es tan fácil engañarlo, Él siempre conoce la verdad absoluta, aquella que os otorga el derecho a vivir en estas tierras, aquella que os da la razón y el respaldo divino. Esa verdad que los demás niegan y rechazan simplemente porque os odian y os temen.

Poco a poco, retazos de imágenes comienzan a bombardear tu cerebro, es como un pase de diapositivas, algunas forman parte de recuerdos, otras son totalmente desconocidas, al final una de ellas te engancha y comienza a tejer una historia. Por fin entras en la extraña realidad de tu mente, de nuevo te encuentras con la verdad, la más oculta y profunda, la que duerme arropada por nuestros sueños...

Estás en un entorno tremendamente familiar, pero como suele suceder en el mundo de los sueños el lugar no se corresponde con su homólogo en el mundo real. De todos modos no te cabe la menor duda, estás en tu propia oficina.

El relato nos habla de tolerancia, de respeto, de nuestro miedo hacia los otros.

Como en las aventuras clásicas tenemos la presencia de un laberinto, aunque a diferencia de los antiguos e injustos laberintos de las aventuras de 8 bits, éste tiene una razón de ser, un bosque lleno de árboles de varias especies, la cima de la montaña, con sus colores y matices diferentes… todo esto contrasta con la oficina inicial, ¿se trata de una liberación?

El bosque se nos presenta como algo peligroso, y sin embargo resulta de lo más tranquilo y sugerente. Visto desde la cima de la montaña, la perspectiva cambia y obtenemos una revelación.

En mi opinión este laberinto es una inteligente inclusión de la autora, que de éste modo hace un guiño a los apasionados de los antiguos juegos de texto, y a la vez da el paso a la modernidad en las nuevas obras de ficción interactiva, planteándose nuevos usos para los viejos puzles de antaño.

Más adelante hay un acertado uso del color y del texto en otro acertijo que también al principio parece insalvable, y que una vez resuelto terminará por revelar el sentido del relato. No será fácil al principio dar con la solución, ya que para ello deberemos examinar cuidadosamente tanto el color como las palabras de cada pared, para luego encontrar la clave correcta que simboliza la verdad, una verdad representada por una cegadora luz. Aquí nos encontramos con uno de los mejores finales que se puede leer en una obra de ficción interactiva. Os invitamos encarecidamente a probar éste juego, os alentamos a perseverar en él hasta alcanzar el final, el verdadero final del mismo. Estamos seguros de que no os dejará indiferentes, y tras el último mensaje os invitará a reflexionar sobre el mundo en que vivimos, y el legado que dejamos a los que vendrán después.

GrendelKhan

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