Llevas razón. Tu ejemplo sería un caso análogo. Claro que me encanta «(retro)programar por (retro)programar», como yo lo llamo. Y hasta ahí todo está bien, como sugieres. Pero también me gustaría terminar de escribir por fin alguno de los proyectos de juegos conversacionales que tengo a medio programar desde hace mucho tiempo. Esa es la parte autocrítica: cómo la pasión por la programación en sí misma desequilibra la balanza e impide centrarse en el otro aspecto, más importante, de la creación de este tipo de programas. Quería ponerme por escrito algunas de las cosas que hasta ahora me han impedido terminar un juego conversacional (salvo el primero), para empezar así a corregirme... aunque por supuesto sin dejar de programar...