Me desperté sobresaltado, me habÃa quedado dormido mientras leÃa un poco en la cama. Aún no podÃa creer aquello que habia escuchado: ¡Charles, he muerto!
Sólo fueron unas pocas palabras que sonaron claras y aterrorizantes como un trueno. Fue una voz grave y distante pero de inconfundible origen. Era la voz del Barón Bradewick. Asustado miré el reloj. Faltaban varios minutos para las 9. Me levanté rápidamente, todavÃa me quedaban 3 horas de vida...